-Yo ya me desarmé a mí misma al punto en el que todo es posible -explicó ella- por eso es un bajón tratar de razonar con vos -agregó, decepcionada.
-¿Tan pelotudo te parezco? -preguntó él.
-No. No sos pelotudo. Tenés miedo.
-¿”Miedo”?
-Sí: “Miedo”. Te da miedo que te deje, que tenga sexo con alguien más, y que me vaya de viaje con mis amigas. Te asusta no tener ningún control sobre mis acciones.
-Y pero claro que me asusta, si ayer me dijiste que, si vos tenías ganas, podías estar con quien quisieras, y que yo no podía impedirlo.
-¿Qué te asusta de eso?
-Me asusta ser un cornudo y no saberlo.
-¿Y qué importa si sos "cornudo" o no?
-¿Me estás jodiendo? Es de las cosas más importantes de una relación. No es justo que me seas infiel.
-¿”Justo”? Eso no es justicia, son sólo reglas.
-Bueno, ponele que son sólo reglas. Aun así, todas las parejas necesitan reglas.
-No quiero que tengamos reglas. Tomemos riesgos. Tengamos planes, proyectos, aventuras, pero... ¿Reglas? ¿Para qué?
-A veces pienso que estos delirios tuyos son pequeñas escenas para hacer que yo te deje.
-La liberación que tengo me hizo entender que todos estos acuerdos ficticios son al pedo. Vos no estás en ese nivel todavía, pero ya vas a llegar -aseguró ella.
-O sea que siempre voy a tener que andar corriéndote para alcanzar tu estado de “liberación”. Qué lindo, eh. Re prometedor parece -expresó él, con sarcasmo.
-No te sientas mal, todas las personas que buscan seguridad y previsibilidad terminan corriendo a otros. Son las personas que después dicen “yo estoy siempre para los demás, pero los demás nunca están para mí”.
-Literalmente yo te dije eso ayer. ¿Podés dejar de boludearme?
-No te boludeo. Hay gente con espíritu aventurero, y gente que quiere cuidar su ranchito. A vos te gusta cuidar ranchitos. Y está bien, seguramente seas un buen padre para tus hijos y un hombre de la casa excepcional.
-¿Podés no coger con otra gente? Es lo único que te pido, después divagá todo lo que quieras -interrumpió él, con algo de hartazgo.
-Hagamos esto: Andá y tené sexo con una chica que te guste. Después vení y decime si me amás más, menos o igual por eso. Experimentá, es la mejor manera de borrar tus miedos.
-Pero yo no quiero experimentar, sólo quiero una relación normal -dijo él, ya un poco apesadumbrado.
-La experiencia nos trae conocimiento, sobre otros y sobre vos mismo. No te niegues a saber más.
-Dios, ¿por qué me pasa esto a mí? Todas las mujeres sueñan con un hombre fiel y devoto, ¿por qué vos no podés ser así?
-Porque esas no son las cosas que yo respeto.
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