Mi bisabuelo Pietro tenía 3 años cuando llegó con su familia a Buenos Aires desde Bari. Cuando cumplió 5 murió su mamá, y a sus 7 años murió su papá.
Hasta los 13 vivió con su hermano mayor, pero tuvo que irse de la casa porque lo golpeaba mucho. Había días enteros en los que no podía levantarse de la cama por el dolor que sentía.
Tras la huida, Pietro pasó entonces algunas semanas durmiendo en un descampado, hasta que pudo conseguir trabajo en una obra en construcción como ayudante. Como no tenía casa, el capataz le permitió dormir en la misma obra. Su hermano jamás preguntó por él ni intentó contactarlo.
Viviendo en la obra, la comida se la compraba con el sueldo, y el baño se dividía entre hacer sus necesidades donde pudiera, y bañarse en el arroyo. Recién a los 15 pudo alquilar una habitación horrenda en una pensión.
A los 18 se enamoró de la coterránea Lucrezia, a la que tiempo después le propuso casamiento. Ella aceptó, pero necesitaba la autorización de sus padres.
Antes de visitarlos, Pietro le pidió prestado a su jefe de obra un traje, para así poder ir bien vestido para conocer a sus suegros. Su jefe se lo dio de buena gana y le dijo que, si el casamiento finalmente ocurría, se podía quedar con el traje.
Sin embargo, a pesar de estar bien vestido, los padres de Lucrezia lo rechazaron porque él no tenía familia, ni casa, ni un trabajo "digno" de lo que esperarían del esposo de su hija.
Era un obrero, no estaba a la altura de las expectativas.
Él insistió en que podría conseguir una casa y un trabajo mejor, sólo que esto llevaría algo de tiempo, pero el intento fue inútil, la decisión ya estaba tomada.
A pesar de la negativa de los suegros, los novios se siguieron viendo a escondidas un tiempo, hasta que en una ocasión el padre de Lucrezia los atrapó, y corrió a los tiros a Pietro.
Días después de este incidente, fue a devolerle el traje a su jefe, y éste le contó, compartiéndole sus condolencias, que a Lucrezia la habían mandado a vivir con sus tíos en Ancona, Italia, y que no volvería a Buenos Aires.
Para evitar que su empleado colapsara ante tal noticia, el jefe lo invitó a tomar unas copas, y así pasaron la tarde-noche bebiendo sin mucha mesura.
Pietro regresó borracho esa noche a su diminuta habitación en la pensión, y lloró durante horas. Lloraba en voz baja para no molestar a los demás inquilinos.
No tenía casa, ni padre, ni madre, ni hermano, y sufría por amor. Sufría porque estuvo cerca de tener a alguien que lo abrazara mientras dormía, y poco a poco le fuera curando los moretones que le dejó su hermano, el frío de las noches a la intemperie, y la tristeza de no tener ninguna compañía en esta vida.
Y en esa horrible habitación, Pietro fantaseó con los besos de Lucrezia, y el calorcito que sentía cuando estaban abrazados en la cama. Ese calorcito que hace que te duermas enseguida, y esperes la muerte con un poco menos de dolor.
Parte 2 ► https://bit.ly/2RnoF2L
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