-Lo único que te pido es que me digas la verdad. Sin filtros, con transparencia. Este es un espacio de confianza, ¿sí?
-Ok, está bien...
-Dale, decime, quiero saber.
-La realidad es que no quiero verte tan seguido.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó?
-No quiero, prefiero que sea más espaciado.
-Si ayer estábamos lo más bien, no lo puedo entender ¿Nos vimos toda la semana y ahora me venís con esto?
-Es que, efectivamente, está todo bien con vos, pero no tengo la predisposición para destinar el tiempo que pretendés a nosotros. Sí me gustaría verte cada tanto, porque generalmente nos rinde juntarnos un par de horas, ir a tu casa o la mía y después vernos unas semanas después, y así generar un círculo virtuoso, ¿me explico?
-¿"Nos rinde"? ¿Qué es esto, un negocio? Lo tuyo es falta de empatía total, encima lo decís con una naturalidad que me asusta.
-¿Es joda? Vos me pediste que hablara con transparencia, y acá estoy, diciéndote lo que pienso.
-Si vas a decir la verdad, tenés que bancarte las consecuencias de tus palabras, porque no podés decir cualquier cosa y salir impune.
-¿Entonces para qué me incitás a hablar con transparencia? Hasta parece una trampa para hacerme quedar mal a mí. ¿No era más fácil para ambos que yo te dijera que no tenía tiempo o algo así hasta que finalmente volviéramos a juntarnos, y así cada semana? Las mentiras piadosas a veces son más sanas que la cruda verdad, duelen menos incluso.
-Mentir te parece sano. Listo. Me queda clarísimo que necesitás ayuda.
-Bueno, yo te dije lo que pienso. Vos querés la verdad... Acá la tenés.
-Creo que tenés que aprender a relacionarte mejor con las personas, no está bueno lo que tenés en tu cabecita. Te re cagaste en mí, jugaste con mi tiempo, y eso en tu discurso no lo estás teniendo en cuenta.
-¿Cuándo jugué con tu tiempo? No fue mi intención.
-Esta semana, cuando aparentemente no quisiste verme pero, igualmente, lo hiciste.
-Pero, ¿qué es lo que proponés? ¿Que no nos veamos más?
-No. Vamos a seguir viéndonos, pero quiero que trabajes la responsabilidad afectiva, no podés disponer del tiempo ajeno así como se te dé la gana. La gente tiene sentimientos y tenés que considerarlos.
-¿Y qué necesitás que haga?
-Esa no es la pregunta correcta, no se trata de lo que yo quiero, sino de lo que es mejor para todos los involucrados, eso es lo que hace la gente responsable, piensa en el otro. No te comas el cuento de que cada uno hace "la suya", yo no te voy a dejar pasar ese tipo de actitudes egoístas.
-Está bien, ya entendí eso.
-Ok, mañana vamos a ver una película que aborda re bien el tema. Venite a casa después del laburo.
-O sea que, según lo que aprendo de esta conversación, de nada sirve ser transparente con vos.
-No. Lo que estamos aprendiendo los dos es que todos podemos cometer errores. No sos la primera persona a la que le pasa, tomalo como un camino de aprendizaje.
-Pero yo te dije en serio lo de antes. Cuando nos vemos seguido termino yendo de mala gana, me parece re choto eso, ¿no preferís que vaya con buena onda en vez de cara de orto?
-Olvidate de eso, ahora lo que tenemos que hacer es trabajar en tu miedo al compromiso. No está bien ilusionar a la gente con promesas de amor y después querer desligarte como si nada pasara, es una actitud violenta.
-Te quiero igual, eso no cambió, mi punto es otro...
-¿Me querés pero no tenés ganas de verme seguido? ¿No te hace ruido eso?
-No.
-Eso es porque te falta empatía, hay que trabajar en eso también.
-¿No tengo otra opción?
-Sí, la otra opción es que sigas yendo por la vida lastimando a otros, ¿te gusta esa opción?
-No, no quiero lastimar a nadie.
-Bueno, entonces alegrate, porque a partir de hoy diste un paso enorme para relacionarte mejor con los demás.
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