-Hola Bian, ¿cómo estás? ¿Podemos vernos hoy? Me quedé re mal con lo de ayer, me gustaría que charláramos un poco, puedo ir a tu casa si querés -escribió Ezequiel.
-No puedo hoy -contestó Bianca, todavía conmocionada por su conversación con Mila.
-¿Puedo llamarte en algún momento?
-Podemos hablar por acá.
-Es que, no sé, no quiero que se malinterprete nada.
-¿Qué pasa?
-¿No sentís que ayer quedaron medio mal las cosas? -preguntó él.
-Sí, por eso creo que podríamos hablarlo por acá.
-¿No creés que sería mejor que pudiéramos escuchar nuestras voces y tonos al hablar de esto?
-Ayer usamos nuestras voces y tonos y, aun así, salió mal.
-Perdoname, Bian.
-Todo bien, ya fue -deslizó Bianca.
-¿Y qué hacemos entonces?
-Eze, disculpame, pero no quiero hablar de esto ahora -pidió ella.
-Bian, aunque sea me gustaría saber si está todo bien...
-Sí, está todo bien.
-Ok, me alegra leer eso. Igualmente, ¿no tenés ni un ratito hoy para que nos veamos? Una hora aunque sea, me acerco yo. Creo que si pudiéramos vernos las caras y abrazarnos, todo puede estar un poco mejor.
-No, no puedo hoy, me veo con un flaco.
-Ok, está bien. ¿Y qué decís de mi propuesta?
-Eze, estoy en un mal día, ya te dije que hablemos de esto más adelante.
-Es que siento que hace rato venís teniendo malos días, y vengo postergando mi bienestar en pos de verte bien a vos.
-Esa fue tu decisión, yo jamás te obligué -determinó Bianca.
-Perdoname, lo dije mal. Quiero decir que, como siempre quiero verte bien, intenté postergar un poco mis malestares para cuando estuviéramos los dos en la misma sintonía.
-¿”Malestares”? ¿Por qué en plural? ¿No estabas hablando de lo que pasó anoche?
-Hay otras cosas sobre las que me gustaría hablar, pero no son tu culpa, son cosas mías que me gustaría compartirte.
-Por supuesto que no es mi culpa, yo siempre te soy directa y te digo todo de manera clara, vos sos el que, aparentemente, viene escondiendo cosas.
-No las escondí.
-Sí que lo hiciste, si recién ahora me estoy enterando que venís “postergando tu bienestar” es porque hay cosas que no me contaste.
-¿Estás enojada conmigo, Bian? -preguntó Ezequiel.
-Sí, ahora sí, porque de repente me querés hacer cargo de cosas que nunca hablaste conmigo. Primero, y para dejarlo claro, vos sos el responsable de tu bienestar, así que si lo postergaste es porque te estás autosaboteando. Segundo, siento que me estás queriendo manipular con todo esto, me parece muy poco sano. Vos no sos así, Ezequiel, ¿qué te está pasando? ¿Por qué estás tomando esta postura?
Algunos minutos pasaron sin respuesta de su parte, hasta que retomó:
-Perdón, Bian. Estuve mal, no quise hacerte sentir manipulada, para mí es muy importante tu bienestar y tranquilidad.
-Eze, yo no puedo estar con alguien que me quiere hacer sentir culpable porque no sabe cómo encontrar su bienestar.
-Perdón, en serio. Estoy intentando poder estar bien sin necesitar ayuda de otros, pero a veces me cuesta, sobre todo si a la persona que amo a veces no la entiendo.
-¿Otra vez lo mismo, Eze? Es re manipulador ese comentario, o sea, estás queriendo decir que no me entendés porque no me explico bien, o no dejo claras mis intenciones, cuando nada de eso es cierto. Yo lo que quiero lo busco de manera explícita, y vos podrías hacer lo mismo pero, en lugar de eso, estás nuevamente echándome la culpa.
-La puta madre, estoy metiendo la pata cada vez que hablo. No te escribo más por hoy Bian, perdón, otra vez.
-Eze, yo no sé si puedo estar al lado de alguien que tiene esta actitud, esto no es amor.
-Ya está Bian, me equivoqué, no le demos más vueltas, hablamos cuando estemos mejor los dos.
-Es que ya me mostraste tu verdadera cara, Eze, yo de verdad creí que me comprendías y que podías ponerte en mi lugar, pero ahora veo que no es así, y ya no me siento cómoda con esto.
-¿Me estás dejando, Bianca?
-Quiero que nos demos algún tiempo separados, ni a vos ni a mí nos está haciendo bien estar juntos.
-¿Hay algo que pueda hacer para evitar esto?
-No -determinó Bianca.
-Lo siento mucho Bian, nunca quise hacerte sentir incómoda.
-No es tu culpa, Eze, lo que queremos no es necesariamente lo que generamos. Si no funciona, prefiero que no lo forcemos. Te agradezco mucho los lindos momentos que pasamos juntos, y todo el apoyo que me diste cuando me separé de Darío. No me voy a olvidar nunca de eso.
-Pará, ¿ya está entonces? Entendí que querías “un tiempo”, no que era definitivo.
-Sí, es “un tiempo”, pero te digo estas cosas porque me parece importante que sepas que sí fuiste valioso en mi vida.
-Está bien. Gracias por tus palabras... ¿En cuánto tiempo te vuelvo a escribir?
-¿Cómo?
-Es decir, ¿cuánto va a durar este “tiempo”?
-Si en una semana no te escribí, tomalo como definitivo.
-Suena a que ya tenés la decisión tomada.
Bianca no volvió a responder, y comenzó a prepararse para ir a ver a Alex, “el poeta del barrio”.
Una vez que llegó a su casa, Alex la recibió y, casi de inmediato le ofreció de fumar. Bianca rechazó, pensando que era tabaco, pero luego aceptó al saber que era marihuana. Durante este rato, Alex le contó sobre sus ideas para un libro, las presentaciones que había hecho y las que tenía por delante, y reflexionó sobre la desigualdad en el mundo. Bianca escuchaba y miraba atentamente. Alex hablaba con un tono de voz muy suave y gesticulaba constantemente, acomodándose con mucha delicadeza su pelo rubio a modo de intervalo.
Bianca le dio algunas pitadas a su cigarrillo, y luego Alex le ofreció agua y vino. También sugirió comer, pero Bianca sólo aceptó la bebida, particularmente el vino.
Entonces, llegó su amigo y guitarrista Marco, que saludó a Bianca y luego la miró con algo de lascivia de arriba a abajo, con muy poco disimulo, mientras sonreía y le daba la bienvenida al departamento que compartían con su amigo. Sin preguntar, se sentó al lado de ella, quedando Bianca así con Alex de un lado, y Marco del otro. El poeta continuó hablando, y Bianca terminó interrumpiéndolo para preguntarle si podía leerle algo de su poesía. Gustoso, Alex buscó en su celular las notas que tenía escritas, y comenzó a leer:
“Yo sufro, mientras vos festejás
que tu hermano se recibió
que tu abuela cumplió 90 años.
Esto para mí nunca será,
porque mi abuela murió a los 60,
mi hermano está preso,
y yo nunca a tus logros podré llegar.
No te sientas mal por festejar,
pero no creas que eso hace
a un mundo mejor,
porque el único mundo que estás mejorando
es el tuyo”.
Bianca aplaudió mientras mantenía un gesto de fascinación en el rostro, tras lo que preguntó:
-¿Cómo se te ocurren esas cosas? ¡Es increíble!
-Siempre tuve mucha conciencia social, y además una vida muy ajetreada, todas estas cosas calaron hondo en mi corazón y fusionáronse hasta dar vida a las palabras que acabo de leer -explicó Alex.
-¿Y por qué el “poeta del barrio”?
-”Poeta” porque hago poesía, y “del barrio” porque soy de un barrio.
Marco, que hasta entonces sólo miraba a Bianca de reojo, rió.
-¿En serio es esa la explicación? -preguntó Bianca, con una sonrisa algo burlona en su rostro.
-Sí -aseguró Alex, visiblemente ofendido- a veces las explicaciones no tienen por qué ser grandiosas ni excepcionales, mi título poético es igual a lo que expreso: Sencillo y real.
-Te pido disculpas si pareció que mi pregunta fue en tono burlón, pero de verdad no sabía si estabas hablando en serio o no. No pude interpretar tu tono porque es la primera vez que nos vemos.
-Está bien, Bianca, yo puedo ponerme en tus zapatos y entender eso. De hecho, siempre intento ponerme en los zapatos del otro, es la única manera de relacionarse sanamente.
-¡Totalmente! -lanzó Bianca, levemente eufórica- Y me saca cuando la gente proyecta sus deseos, necesidades o incluso fracasos en vos, porque quiere decir que no sólo no se pusieron en tu lugar, sino que encima piensan que vos tenés que hacerte cargo de sus vidas porque ellos no pueden con las suyas.
-Sí, ese escenario que describís parece complejo y dificultoso para ambas partes -dijo Alex, a modo de frase genérica para esquivar el tema.
-Muy, sobre todo cuando a veces pasan años sin decir las cosas -insistió Bianca, a quien se la notaba ya un tanto mareada y hablando con cierta dificultad, a la vez que se servía otro vaso de vino.
Entonces, Alex se levantó y apagó las luces, hasta quedar una sola que apenas iluminaba la sala. En ese momento Marco acercó su cuerpo al de Bianca con la excusa de agarrar el vino, y ella le habló:
-¿No vas a tocar la guitarra?
-¿Eso te gustaría?
-Sí, pensé que para eso te quedaste acá.
Marco fue a buscar su guitarra y comenzó a improvisar. Bianca pidió por favor que Alex cantara una canción, y eligieron “Ella dijo” de la banda Estelares. Al terminar, ella nuevamente aplaudió, y el guitarrista se levantó para ir al baño.
-¿Cuándo nos quedamos solos? -preguntó Bianca.
-Cuando quieras -aseguró Alex.
-Me gustaría ahora -determinó ella, y le dio un beso corto pero intenso.
Marco salió del baño y después entró Bianca. Mientras ella estaba dentro del mismo, los amigos hablaron:
-¿Y? ¿Qué onda? -preguntó el guitarrista.
-No, no hay posibilidad alguna -garantizó Alex.
-¿Por? Dejame un toque solo con ella, así la tanteo.
-No seas imprudente, me acaba de dar un beso que me quebró los fundamentos, y me dijo que quería que estuviéramos a solas.
-Dale, boludo, dejame intentar. Andá al baño y ahí me mando, si me rebota te juro que no insisto más.
-No me parece, Marco.
-Alex, dale, ¿me estás diciendo que ya no te copa la idea?
-Bueno, está bien, ahora voy al baño y hacés lo que tengas planeado -aceptó el poeta, como queriendo sacarse de encima a su compañero de vivienda.
Cuando Bianca salió del baño, Alex le dijo en voz baja que, cuando él saliera, podían ir a su habitación. Bianca sonrió y volvió a sentarse en el sillón, donde estaba Marco, que accionó rápidamente.
-Qué lindo pelo tenés -dijo, mientras le tocaba la cabeza.
-No me toques, por favor.
-Hey, ¿qué onda? Te dije algo lindo nada más... No es para que respondas así.
-Te agradezco el cumplido, pero rechazo que me toques.
Marco se mordió el labio inferior y la miró con furia, permaneciendo en silencio hasta que llegó Alex. Una vez presente el poeta, agarraron el vino y los cigarrillos de marihuana, y se dirigieron a su habitación sólo con Bianca. “Es una conchuda”, alcanzó a susurrarle Marco a su amigo, pero Alex no reaccionó ante la frase.
Unos 15 minutos después, estando ambos desnudos en la cama, Alex aseguró:
-Te juro que es la primera vez que me pasa, debe ser por el vino.
-Puede ser... Mañana lo intentamos de vuelta, ahora vamos a dormir, tengo mucho sueño -dijo ella.
-Sí, yo también estoy ansioso por entrar al onírico.
-Igual, quisiera ir al baño antes -pidió ella- ¿me prestás una remera? Me da paja ponerme toda mi ropa sólo para eso.
Alex le prestó una remera bastante agujereada, y Bianca tomó un vaso más de vino y luego fue al baño, cerrando la puerta del cuarto de Alex, que se acomodó como para dormir. Bianca fue hasta el baño y luego, al volver, de tan mareada que estaba, se tiró al sillón. Segundos después, se quedó dormida.
Tiempo más tarde, apareció Marco en la sala. Primero abrió la puerta de la habitación de su amigo con mucha suavidad y, al verlo roncando, la cerró. Una vez hecho este chequeo, apagó la única luz que quedaba encendida y, muy silenciosamente, se acercó hasta el sillón donde estaba Bianca.
Parte 20: https://unperfectoplandelfin.blogspot.com/2020/03/mila-bianca-parte-20.html
Escrito por: Tomás Bitocchi
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