Mila fue a la casa de su madre al día siguiente de la pelea en el bar con Bianca. Su madre y su hermano fueron a visitar a la familia de la esposa de este último durante tres días, por lo que necesitaban a alguien que cuidara de Picho, el perro. Aprovechando la oportunidad, arregló para verse con Lucas.
Tras el largo viaje, la caminata por las calles terrosas y luego de esquivar a la jauría que vivía a metros de la casa, Mila llegó a la casa, sacó a pasear brevemente al animal, y más tarde fue al supermercado chino, donde estaba trabajando Lucas. En ese momento, vio que le había llegado un mensaje de Bianca. Lo leyó y reaccionó con mala cara, pero no respondió, y procedió a saludar a Lucas.
-¡Hola Luquitas! -dijo ella, con una sonrisa, mientras le tocaba desde atrás el hombro.
-Hola Mila, ¿cómo estás? -respondió él, también alegre.
-Bien, vengo a comprar lo de esta noche, ¿vas a venir, no? ¿O me vas a cancelar? -bromeó ella.
-¡Nunca te cancelé en la vida! -reprochó él.
-Ya sé, tonto, te hago un chiste. Bueno, nos vemos a la noche.
Mila lo saludó con un beso cerca de su boca y continuó con las compras, mientras él la miraba con una sonrisa plasmada en su rostro.
Al llegar a su casa, Mila guardó las cosas, y leyó un mensaje que Bianca le había enviado. Luego se sentó en el piso junto a Picho. El perro, al ver esto, se acercó un poco más y se dejó caer sobre su falda, mientras movía la cola enérgicamente.
-¿Qué pasa Pichicho? ¿Te gustan los mimos? -preguntaba Mila, mientras le rascaba la panza.
El perro continuaba moviendo la cola, y se estiraba más y más sobre ella.
-¡Te amo bebito, te amo! -decía en voz alta ella, mientras seguía mimando al animal.
Minutos después, Mila intentó levantarse pero, al ver a Picho dormitando sobre ella, cambió de decisión y terminó acostándose en el piso con él, reacomodándolo un poco para estar cerca uno del otro. El perro volvió a mover la cola enérgicamente, y luego se durmió. Mila, mientras lo abrazaba, suspiró y sonrió.
Alrededor de media hora más tarde, su celular comenzó a vibrar, era su mamá llamándola. Mila no atendió pero, apenas dejaron de entrar las llamadas, le envió un mensaje: “Hola ma, ya estoy con Picho, todo bien por acá, lo cuido hasta que vuelvan”. La madre le contestó diciéndole que le había dejado comida, y le propuso algunas opciones de cena que Mila agradeció y dijo que iba a considerar. Luego, cesaron contacto.
Tras dudar varias veces, Mila contestó el mensaje de Bianca, y ambas se embarcaron en una larguísima discusión, que terminó con una despedida definitiva entre ellas dos. Una vez finalizada, se secó las lágrimas de sus ojos, preparó un mate, agarró su notebook, se sentó a la mesa, y se puso sus auriculares. Así pasó las horas hasta que llegó Lucas.
Cuando se acercó el momento de recibir a su invitado, Mila preparó los snacks, el pan y el fiambre que había comprado más temprano en el chino. Al llegar Lucas, sacó las cervezas. Mila estaba visiblemente compungida, y quizás algo atontada por tantas horas frente a la pantalla.
-¿Cómo te fue? -preguntó ella, saludando con mucho menos ímpetu que la vez anterior.
-Bien, igual que siempre, ¿vos qué onda?
-Todo bien.
Ambos empezaron a comer de los snacks y a tomar sus bebidas, pero la conversación era escasa y un poco ríspida. “No me pasa nada”, aseguró Mila, ante un cuestionamiento de Lucas que, poco más tarde, consultó:
-¿No querés prender la tele?
-Ah, sí, dale, si querés... -aceptó ella, con muy poca emoción.
Lucas prendió la televisión y puso una película extranjera doblada al español.
-Esta está buena, ¿la viste? -preguntó él, como intentando animar el momento.
-No, ni idea -respondió Mila, volviendo su vista hacia la pantalla del televisor.
Tras unos minutos de silencio, Lucas interrumpió:
-Mirá la casa, el auto y la mina que tiene, ¿cómo puede ser que esté triste? ¡No me la creo ni a gancho! -juró, mientras hacía gestos de indignación.
Mila, que estaba armándose un sándwich, no respondió.
-¡JA JA JA! Nah, ¡qué hijo de puta! ¡Ja ja ja! -estalló repentinamente Lucas, ante una escena aparentemente graciosa.
-Hoy me peleé con una amiga -interrumpió Mila, cortando el momento.
-¿Ah? -reaccionó él.
-Sí, me peleé con una amiga. Creo que necesito hablar.
-Bueno, ¿querés hablar ahora o después de comer?
-Ahora.
-Está bien -dijo Lucas, mientras bajaba el volumen del televisor- ¿Qué pasó?
-Ayer nos juntamos en su casa con su novio o casi novio y, cuando pintaba para quedarnos a comer algo ahí, se puso re densa con que quería ir a un bar. Le dije que no quería ir, y siguió y siguió insistiendo, así que terminé aceptando.
-Ajá -asintió Lucas.
-Después salimos para el bar, y al principio pensé “bueno, va a ser entre los tres, estamos un ratito y nos vamos”, pero nos terminamos metiendo en una mesa con tres chabones, y uno le empezó a hablar a Bianca.
-¿Bianca es la que se fue a Disney?
-Sí, esa misma.
-Ah sí, me acuerdo.
-Bueno, cuestión que ella se la re siguió al tipo este, con Ezequiel ahí al lado, re incómodo todo, y por eso le dije por lo bajo que le cortara el chorro a este flaco...
-¿Ezequiel es el novio o casi novio de tu amiga?
-Sí.
-¿Y a él le dijiste eso?
-No, a ella. Ezequiel no tenía por qué decir algo, es ella la que tiene que ponerle un freno al otro tipo.
-Nah, si yo salgo con mi novia y otro tipo le empieza a hablar, le pongo los puntos enseguida. Mal ahí el novio de tu amiga -determinó.
-Pero Lucas, ella sabe que está con su novio al lado, y te juro que era re obvio que este tipo quería algo más que simplemente conversar.
-Ni en pedo dejo que se chamuyen a mi novia enfrente mío, y menos que ella se la siga. Yo lo mato al tipo y a ella también. Hay que hacerse respetar, loco.
Mila miró con algo de reprobación, pero intentó dejar pasar el comentario.
-Yo creo que ella estuvo mal. Pero bueno, después me terminé yendo y me peleé con ella antes de salir a la calle. Y hoy hace unas horas medio que terminamos nuestra amistad por mensaje...
-¿Por qué te peleaste?
-Porque siento que es una persona que no tiene que estar más en mi vida.
-Ah, ¿y qué tiene que ver lo del bar entonces?
-No es el gran problema lo de bar, pero sí fue otra manera más de demostrarme que ya nuestra amistad no tenía ningún sentido.
-¿Y por qué no te quedaste en tu casa en vez de ir a ese bar? Digo, si no tenías ganas de ir, ¿no era mejor idea?
Mila miró fijamente a Lucas, como esperando un comentario adicional, pero no ocurrió. “Sí, puede ser”, contestó ella con resignación, tras lo que apretó los labios y subió el volumen del televisor. Lucas la miró brevemente, pero enseguida continuó comiendo. Segundos después, reculó:
-¿Está todo bien conmigo, Mila?
-Sí, todo bien, sólo me tiene medio mal esto que te conté -aseguró ella.
Una vez terminada la cena, Mila levantó la mesa. Lucas se quedó callado mirando la televisión, pero lanzándole un vistazo furtivo a ella cada tanto. Pasado un rato, Mila le preguntó:
-¿A qué hora te acostás generalmente?
-A esta hora más o menos.
-Ah, ok, bueno, no sé, ¿querés que te acompañe hasta tu casa? -consultó, dubitativa.
Lucas la miró sin decir nada y, tras unos instantes de silencio, ella insistió, pero con un poco más de firmeza que en el intento anterior:
-Bueno, ¿vamos yendo?
-Dale, de una, me voy y te dejo tranqui así no te jodo más -murmuró Lucas, evidentemente ofendido, mientras agarraba su mochila con brusquedad, ante la mirada incómoda de Mila.
Salieron y caminaron el corto tramo que separaba sus casas en silencio, hasta que llegaron a la puerta de lo de Lucas:
-¿No querés pasar?
-No, Luqui, estoy un poco cansada, nos vemos la próxima, no es nada con vos, ¿sí? -trató de explicar ella.
-Venite y descansá en casa, dale, la estamos pasando re bien Mila. Quedate un ratito... -pidió, casi rogando.
-Tengo que quedarme en la casa, perdoná, no saqué a pasear a Picho a la noche, tengo que volver. Igual voy a estar unos días en el barrio, tenemos tiempo, no te preocupes. Vemos de arreglar algo, ¿dale?
Lucas suspiró con frustración.
-Bueno, nos vemos -contestó él, y le dio un abrazo.
Mila respondió al gesto de Lucas, pero el abrazo no cesaba en ningún momento. Con algo de disgusto, intentó salirse, y él finalmente la soltó.
-Yo te re quiero a vos, ¿sabías? -lanzó repentinamente Lucas.
-Gracias Luqui, yo también te aprecio, tengo muchos recuerdos lindos con vos...
-Yo también -irrumpió él, sin dejarla terminar- y la otra vez que nos vimos pensé que nos íbamos a dar un beso cuando nos despedimos. Yo tenía las re ganas.
-Sí, es que, no sé, el reencuentro, hablar tanto después de mucho tiempo, esas cosas te hacen flashear un poco -justificó ella.
-Mila, dale, ¿no querés pasar? Tengo las re ganas de que pasemos la noche juntos.
-Lucas...
-Y encima estás re linda, siempre me pareciste hermosa, pero ahora estás más hermosa que nunca, en serio te digo.
Mila lo miró fijamente sin decir nada, y Lucas le dio un beso. Ella abrió apenas la boca para seguírsela, pero su postura corporal estaba petrificada.
-Qué rico beso, hermosa -dijo él, como intentando poner voz seductora, a la vez que ponía su mano en su cintura.
-Gracias -dijo Mila, todavía dura.
-Vení, vamos, hermosa -apuró Lucas, que abrió la puerta y tomó la mano de Mila para invitarla a pasar.
Cabizbaja, Mila ingresó con él, y luego cerraron la puerta.
Parte 19: https://unperfectoplandelfin.blogspot.com/2020/02/mila-bianca-parte-19.html
Escrito por: Tomás Bitocchi
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