jueves, 5 de septiembre de 2019

Mila & Bianca - Parte 10

-Vine tan rápido como pude, amor -dijo Ezequiel, un poco agitado.
-¿Estás transpirando? -preguntó Bianca.
-Sí, es por el subte, y medio que corrí hasta acá.
-No hacía falta, total no me van a venir a linchar.
-¿Qué pasó? Contame, ¿te trataron mal? Me asustaste con tu mensaje.

-Estoy bien, Eze, por Dios, tranquilo.
-Es que, si no me contás qué pasó no entiendo por qué te escapaste del trabajo. Ya de por sí hoy me avisaste tardísimo que habías conseguido laburo.
-Me fui porque me maltrataron, y no tenía ganas de que me maltraten. Tampoco hacía falta que vengas, Eze, yo ya me iba a mi casa, solamente te mandé un mensaje para contarte.
-Me preocupé, ya te dije.
-No fue tan dramático lo que te mandé.
-No, no digo eso.
-¿No?
-No, sólo digo que, siendo tu primer día y ya teniendo dudas, supuse que, no sé, la cosa estaba bastante mal.
-Bueno, ya está, ya fue.
-¿Te puedo preguntar qué pasó aunque sea?
-Ya te dije, me maltrataron.
-Sí, pero, ¿qué te hicieron?
-Me hicieron atender un montón de mesas, siendo que era mi primer día, y cuando pedí ayuda mi compañera me re boludeó.
-¿Qué te dijo?
-Que no podía hacerse cargo, o algo así. No me gustaba el ambiente tampoco, ya está, no me importa.
-¿Qué te pasa, Bian?
-Que este día es una mierda y no termina más, Ezequiel, eso me pasa.
-¿Querés que vayamos a tomar algo?
-No, no quiero. Quiero ir a casa, pero mi vieja se va a poner insoportable porque no duré ni un día en el trabajo.
-¿Querés venir a la mía?
-¿Está tu familia?
-Sí.


Bianca resopló disimuladamente.


-¿Qué? ¿Qué pasa? -preguntó Ezequiel.
-No sé, o sea, no quiero que haya confusiones...
-No las hay, en serio, avisale a tu mamá y venís.
-No necesito avisarle nada.
-Entonces no lo hagas, ¿querés venir?
-Hm -dudó Bianca.
-A ver, ¿ya cenaste?
-No.
-Listo, razón perfecta para que vengas. Le pido a mi vieja que nos prepare algo.
-Ay, Darío, pedimos algo, no voy a joder a tu mamá cayéndole para que me cocine.
-"Ezequiel".
-¿Qué?
-Dijiste "Darío", te confundiste.


Bianca se tapó la boca con su mano.


-Perdón, en serio.
-Todo bien. Y no pasa nada con que cocine mi vieja, porque ella hace mucho quiere conocerte.
-¿En serio? ¿Por qué?
-Porque le conté de vos, qué sé yo... -explicó Ezequiel, y Bianca miró con incomodidad- Entonces, ¿venís?
-Sí, dale -respondió, con leve resignación- ¿vamos en taxi o Uber?
-Pensé en ir en colectivo. Es un poco lejos para ir en taxi.
-¿Cómo algo es "lejos" para un auto?
-Me refiero a que nos va a salir mucha plata.
-¿Cuánto?
-No sé, nunca fui en taxi a casa.
-Yo lo pago, pero vamos en Uber mejor.
-Bianca, es un montón de plata. No tenemos apuro por llegar, vamos en colectivo.
-Es que quiero llegar ya, no estoy de humor para viajar en colectivo hasta las pelotas. En esta zona vienen todos llenos, mirá -dijo, señalando los que iban por la avenida.
-No están tan llenos, algo de lugar hay.
-Te dije que yo lo pago -insistió Bianca.
-Bueno, está bien, pero vamos mitad y mitad aunque sea, no quiero que me pagues todo -negoció él.


Una vez que llegó el coche de Uber, Ezequiel se sentó adelante. En algún momento del viaje, le habló al chofer:


-Pensé que todos los de Uber eran venezolanos -bromeó.
-No, ya no. Hay de todo ahora, nadie se salva, ja ja.
-¿Hace mucho trabajás de esto?
-Tres meses.
-¿Y rinde?
-Sí, por ahora, viste cómo es todo en Argentina, de un día para el otro lo que servía ya no sirve más.
-Muy impredecible este país, ¿decís?
-No sólo el país, la vida misma lo es.
-¿Lo decís por algo en particular? -indagó Ezequiel.
-Uf, por un millón de cosas. Si te contara dónde estaba hace cuatro meses...
-¿Dónde estabas hace cuatro meses?
-Teníamos una empresa con mi cuñado, ganábamos bien, estaba tranquilo en casa.
-¿Y qué pasó?
-La vida pasó.
-Ah… -respondió Ezequiel, como esperando que el conductor continuara su historia.
-No les quiero cagar el viaje -se excusó el chofer.
-No pasa nada, en serio, ¡ahora me dejaste con ganas de saber!
-Está bien, te cuento, pero la hago corta así no les arruino la noche.
-No la vas a arruinar, todo bien.
-Bueno: Me separé de mi mujer. Quince años estuve con ella, primero fuimos novios y después nos casamos. Yo familia no tengo porque mis viejos murieron hace algunos años, así que medio que me fui metiendo en la de ella. Viste cómo es… Primero te llevás bien con tu cuñado, después los suegros, y así vas volviéndote parte de la familia. Imaginate, Navidad, año nuevo, cumpleaños, todo juntos.
-Ajá.
-En eso mi cuñado me dice de hacerme socio de su empresa, porque le gustaba cómo me manejaba con la gente. A él le costaba un poco más relacionarse, y eso le hacía perder negocios. Cuestión que acepté, y de ahí empecé a conocer una vida que ni a palos creí que tendría.
-¿En qué sentido?
-No éramos millonarios, no en dólares al menos, pero podía vivir sin sentir culpa de cuánto gastaba. Esa sensación no me la voy a olvidar nunca, el hecho de vivir sin mirar el precio.
-¿Eso era importante para vos?
-A ver, mirá, ¿vos sos de una familia de trabajo, no?
-Sí, lo soy.
-¿Viste que entre nosotros nos olemos, no? Ja ja. Bueno, entonces sabés a lo que me refiero. Poder comer algo más rico, comprarte ropa de mejor calidad, ir a lugares lindos, y ese tipo de cosas suelen ser lujos que uno se da cada tanto ¿o no?
-Y, sí.
-Por eso te digo, ¿te imaginás vivir sin mirar el precio?
-¿La verdad? No, ja ja, pero sí conozco personas que viven así, y a algunos se les re nota que nunca les faltó, te das cuenta porque no saben ponerse en tu lugar, porque es un problema que nunca tuvieron -detalló Ezequiel.
-Sí, está bien, igual ese no es mi punto -interrumpió el chofer- A lo que voy, es que me mandé una cagada. Mi esposa también laburaba con nosotros, así que date una idea, estábamos viviendo la buena vida en la misma sintonía. El tema es que me empecé a aburrir de estar con ella. No sé, no me aguantaba estar ni dos horas charlando, que ya me ponía de mal humor. Rarísimo, porque no es una mina mala onda ni rompe bolas, pero llegó un punto en que sentí que ya conocía todo. Sabía con qué remataba cada frase, qué cosas iba a acotar… Todo se volvió predecible.
-Ajá.
-En eso empecé a chatear por Facebook con una pendeja. Estábamos los dos en un grupo, le respondí un comentario, y nos agregamos. La pibita imaginate, re linda, flaquita, pelo negro, ojos grandes… Una locura. Nos empezamos a ver, y yo le contaba que estaba medio aburrido de todo, y ella me decía que había que arriesgar, animarse a vivir más y mejor, y a mí me partió la cabeza. Al principio pensé que nada más quería sacarme las ganas de estar con otra mina, pero enseguida me di cuenta que me había enamorado. Me enamoré como cuando recién había conocido a mi mujer, tremendo. Sentía el cuerpo vibrando otra vez. Tenía ganas de hablar, de mandarle mensajes, de decirle que la quería. Fue una revolución para mí, más viniendo de estar tantos años viviendo lo más tranquilo.
-¿Y qué hiciste?
-Como no quería mentirle a mi mujer, le conté todo -sintetizó el chofer, tras lo que suspiró.
-Se lo tomó mal, imagino -dedujo Ezequiel.
-Horrible. Me gritó de todo. Que la había traicionado, que cómo podía hacer algo así, que quince años a la basura, y todo lo que se te pueda ocurrir. Después de eso, arreglamos de "buena fe" con mi cuñado que yo ya no iba a tener nada que ver con la empresa, y que eventualmente resolveremos el papelerío.
-¿Qué te dijo la chica cuando le contaste que te habías separado?
-Estaba contenta, fuimos a cenar para festejar. Imaginate, yo estaba enamoradísimo. El tema es que, como me quedé sin laburo, me metí en Uber para tener algún ingreso.
-Entonces, ¿es una historia con final feliz? -preguntó Ezequiel.
-¡Ja! No termina ahí. Poco después de haberme separado, a la pendeja esta se le fue un poco la euforia conmigo, ya casi ni me mandaba mensajes ni nada. De hecho, habíamos quedado en que me iba a ir a su casa cuando dejara a mi mujer, pero después me empezó a meter excusas, así que me tuve que quedar en lo de mi vieja, que fue donde caí después de separarme.
-Uh...
-Sí, "uh". Bueno, resulta que en un momento, ya dos meses después de no estar más con mi esposa, le pregunté qué pasó con lo de vivir juntos, y me respondió que ya no estaba con tantas ganas. Le pedí explicaciones, y me dijo que se había empezado a ver con un pibe de la facultad, que estaba medio enganchada, y que todo bien conmigo, pero prefería que quedáramos como amigos. No sabés cómo me puse, la mandé a cagar, le dije que por ella había dejado una relación de quince años, que cambié toda mi vida para poder estar juntos... -contaba el chofer, con tono de lamento, mientras Ezequiel continuaba escuchando atentamente y Bianca miraba por el espejo retrovisor- Y la pendeja lo único que me dijo fue "Yo te estoy siendo sincera. No sé qué más querés". ¿Y sabés qué? No le puedo reprochar nada, porque si no quiere estar conmigo, ¿qué voy a hacer? No puedo obligarla a que me quiera.
-¿Qué hiciste después de eso?
-La típica, volví con el caballo cansado a lo de mi mujer ja ja, pero me sacó cagando. Me dijo que ya se había roto la confianza, y que no quería volver a hablar conmigo. Y acá estoy, laburando con Uber, y sin el amor de nadie -cerró, con tono tragicómico.
-¿De nadie?
-Así se siente.
-Igualmente, aprendiste algo de esto, ¿no? -agregó Ezequiel.


El chofer pensó un instante, y retomó la palabra:


-La pendejita esta me hablaba de salir de mi zona de confort, de hacer cosas jugadas, de quebrar por completo la rutina, y yo hice todo eso, pero ahora tengo la vida partida. La verdad es que me re comí la curva. Ahora me pongo contento cuando me ponen algo bueno acá en la aplicación, y de ahí no pasa lo que es mi alegría en general. Es como que sí, estoy acá, vivo, existo, hago cosas, pero siento que nada es mi intención, que todo pasa porque sí. Como que le quise dar un giro drástico a mi vida, pero lo único que terminé logrando fue cambiar a otra rutina, sólo que la nueva es peor que la anterior.
-Quizás al principio se sienta así, pero con el tiempo uno aprende a estar mejor -acotó Ezequiel, con certeza.
-¿Sabés qué pasa? Lo mismo pensé cuando estaba con mi mujer, que la cosa mejora porque sí, y así me quedé esperando durante años que llegara alguna señal, algo que me guiara en otra dirección. Me quejaba de mi vida porque era aburrida, porque todos los días eran lo mismo, porque esto, porque lo otro, incluso cuando tenía muchas más comodidades de las que pensé que alguna vez tendría. Y ahora tengo tan pero tan claro que cualquier vida es mala si la miramos con cara de culo, que me dan ganas de cagarme a palos por haber dejado mi vida anterior. No existe una vida perfecta, no la hay... A ver, ¿cómo te explico? No sé, ¿te gusta el fútbol?
-Un poco.
-Bueno, me siento como si hubiera descendido dos categorías de golpe, y me jode al punto que ahora extraño un montón estar peleando la mitad de tabla en primera, aunque antes me sintiera el más mediocre del mundo por eso.


Ambos pasajeros hicieron silencio.


-Al final les cagué el viaje, ¿no? -acotó el conductor.

-No, no, nada que ver -respondieron Bianca y Ezequiel, casi al unísono.


Durante algunos minutos, Ezequiel y el chofer hablaron de otro tema. Mientras, Bianca miraba por la ventana, apoyando su cabeza sobre su mano. Las luces de la calle se reflejaban sobre su rostro como una cinta que corre sin parar. En una esquina vio a una pareja que se abrazaba, en otra dos adolescentes que iban de la mano con picardía en sus rostros, y en alguna cuadra a dos ancianos que caminaban tomándose del brazo. Bianca se mordió los labios y ladeó la cabeza con frustración, tras lo que le habló al chofer, interrumpiendo su charla con Ezequiel:


-¿Creés que haya alguna chance de que tu esposa quiera volver con vos?
-Ella dice que no.
-Pero a veces decimos cosas que no creemos, ¿no pensás que ella tiene que transitar este dolor para poder retomar la relación con vos?
-Suena muy lindo cómo lo decís, pero la verdad es que no creo. Fue muy tajante.
-Es que, no puedo entenderlo, ¿cómo alguien te deja de amar de golpe? No me entra en la cabeza. Además, le fuiste honesto, sin vueltas, no entiendo.


Ezequiel irrumpió rápidamente en la conversación:


-A veces la gente usa estas situaciones como excusas para alejarse, pero en realidad ya lo venían considerando desde antes, no es que se fue el amor, sólo encontraron el momento para saltar del barco -comentó, como buscando darle un cierre al tema.
-¿Pero cómo explicás eso cuando no hay señales previas? A veces la gente no te da ni siquiera un mínimo indicio para que pienses eso, y el amor supuestamente se les va igual, de repente, sólo porque hiciste algo que no les gustó -insistió Bianca.
-No sé -retomó el chofer- a veces me parece que, por más que podamos cuestionarle mil cosas al otro, tenemos que hacer penitencia. No hablar, no estar, dejar morir todo, porque si dejás a la relación aunque sea con un poquito de esperanzas, vas a querer mantenerla viva. En cambio, a los muertos no se los puede resucitar.
-Hay unos cuantos que creen que hubo gente que volvió de la muerte -sugirió Ezequiel, con sagacidad.
-Eso sólo pasa en los libros o películas. En la vida real, la gente se va y no vuelve -cerró el conductor.


Minutos después, llegaron a la casa de Ezequiel. Bianca calificó con cinco estrellas al chofer de Uber.



Parte 11: https://unperfectoplandelfin.blogspot.com/2019/09/mila-bianca-parte-11.html


Escrito por: Tomás Bitocchi

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