domingo, 26 de junio de 2016

Ástrid - Parte 15





Mundos enfrentados


Mientras miraba el colectivo alejarse, mi cuerpo rebalsaba de emoción, no podía estar más feliz. Ástrid finalmente se estaba abriendo a mí, más allá que fuera lentamente.


Me hubiera encantado quedarme más tiempo con ella, derritiéndome en su boca, y acelerando mi pulso hasta que el corazón se me saliera del pecho. Pero tenía que controlarme. Necesariamente tenía que hacerlo.
Nada bueno iba a devolverme la suerte si no era prudente. Aun así, me permití enviarle un mensaje: “Tengo muchas ganas de volverte a ver”.

Lamentablemente, Ástrid no respondió en todo el día, así que volví a escribirle más a la noche, siempre mostrándome discreto y casual:

-¿Cómo estás?
-Bien, ¿y vos? -contestó, casi de inmediato.
-Bien, recién salí de la ducha. Es que salí a correr un rato, y volví todo transpirado.
-Sí, me imagino, correr hace transpirar -replicó, no sé si sarcásticamente.
-Jaja -respondí, por las dudas- ¿Qué hacías?
-Me estaba preparando un café, ¿y vos?
-Ahora estoy en la cama viendo la tele, y pensaba en charlar un rato con vos.
-¿De qué querés hablar?
-¿Debería haber planeado un tema para conversar?
-No, sólo digo, quizás tenías algún tópico en mente.
-Si querés podemos hablar de los ricos besos que das… -arriesgué.
-No puedo comprobar eso. No tengo forma de besarme a mí misma.
-Bueno, confiá en mí. Das unos besos fantásticos.
-Gracias. Pero, ¿qué garantía tengo para confiar en vos? -preguntó, repentinamente.
-¿No te parece que me muestro lo suficientemente interesado como para ganarme tu confianza?
-¿Desde cuándo las muestras de interés son necesariamente un reflejo de las buenas intenciones?
-¿A qué te referís?
-Como humanos, somos una especie muy cruel. Una muestra de interés puede tener por objetivo la destrucción del otro, o simplemente su utilización temporal.
-¿Eso pensás que quiero hacer yo? ¿Usarte?
-¿Por qué querrías usarme?
-No sé, lo pregunto por lo que acabás de decir.
-A mí me parecés muy bueno, y creo que sos así sinceramente.
-Ástrid…
-¿Qué pasa?
-Me encantaría volverte a ver -repetí, como en el mensaje que nunca me contestó hacía unas horas.
-¿Querés alguna opinión de mi parte, o te alcanza con decirme tus intenciones?
-Es que me asusta un poco tu respuesta… jaja -dije, sumando la risa como para distender la situación.
-Quiero volver a verte, quiero volver a besarte, y compartir más tiempo con vos. Me hacés sentir a gusto.
Me sonreí de una forma casi ridícula al leer este mensaje. Y no pude contenerme más:
-¡Me gustás tanto, Ástrid! No puedo aguantarme hasta la próxima vez que nos juntemos…
-¿Cuándo querés que nos veamos?
-¿Mañana?
-Prefiero el miércoles, si querés pasá a la salida del laburo.
-¿No querés venir vos a la salida del mío? -le propuse.
-Pero yo salgo después que vos…
-Es que me gustaría invitarte a tomar algo. Cerca de mi oficina hay un lugar re copado.
-¿Copado? Está bien, salgo del trabajo y voy para donde estás vos. Después decime bien la dirección.
-Dale, no hay problema.
-Ok.
-¿Y qué hacías ahora? ¿Estás por cenar? -indagué.
-Me estoy yendo, tengo ganas de ver una película.
-Ah, ¿ya te vas? ¿Tan rápido?
-¿Hay algo que quieras contarme?
-No, nada en particular.
-Entonces me voy.
-Bueno. Che, tengo un montón de ganas de verte -reiteré, ya sintiéndome un poco torpe por hacerlo.
-Yo también tengo ganas de verte.
-Me gustás, mucho, mucho y mucho.
-Nos vemos el miércoles, ¿sí?
-Después te paso la dirección.
-Dale, beso.

Intenté no prestar atención a la escueta despedida de Ástrid. Al fin y al cabo, habíamos arreglado para vernos dentro de unos días, y eso era un avance increíble, en comparación con todo lo que había pasado hasta este momento.
Esa noche jugaba la selección Argentina, pero pensé que hacer mención a ese tema con Ástrid no iba a terminar en ningún lado. No sé si odia el fútbol, pero definitivamente no le interesa.

Entonces, llegó un mensaje de Helena:

-Hola, ¿cómo estás?
-Hola, bien, ¿y vos? -contesté.
-Bien, ¿cómo te fue esta mañana? ¿Salió todo bien?
-Sí, por suerte, mejor de lo que esperaba.
-Ay, qué bueno, ¿era algo importante?
-Sí, bastante.
-Qué bien entonces. Che, estoy al pedo mañana, ¿querés que nos veamos un ratito?
-Mirá que trabajo mañana…
-Sí, lo sé. ¿Querés que te pase a buscar por el trabajo?
-Dale, ¿y después vamos a tomar algo?
-Sí. Pero también quiero que repitamos lo del cumpleaños, si no es mucha molestia, jaja.
-Bueno, eso se puede arreglar… jaja -respondí, jocoso- Tomamos algo y vemos para dónde encaramos, ¿te parece?
-Dale. Che, qué lindo sos eh.
-Vos también. Sos preciosa.
-Lindo, lindo, lindo. ¿Vas a ver el partido de Argentina?
-¡Sí! ¿Vos?
-Obvio, acá hicieron picada y todo, jaja. Mi papá ama mucho el fútbol.
-Bueno nos vamos comentando el partido entonces.
-Sí, de una. Yo hasta tengo la camiseta de Argentina puesta.
-¿En serio?
-Sí, me saqué una foto, ahí te paso.
Helena me pasó la foto, pero no era lo que yo esperaba. No contesté, y retomó:
-¿Te gustó?
-Eh… no me la esperaba jaja.
-Jajaja, perdón, olvidé ponerme el pantalón, qué tonta soy… jaja -dijo, jugueteando.
-Estás muy buena, realmente.
-Sólo quiero calentar la previa del partido… jaja.
-Jajaja, y lo lograste. Mañana no te salvás, eh.
-¿Ah, sí? ¿De qué no me voy a salvar?
-De mí.
-Te juro que voy a estar encantadísima de no salvarme. Encima, con el frío que hace, me quedo abrazada a vos toda la noche.
-Me encantaría, ¿te parece que vayamos directamente a mi casa mañana? Después de tomar algo por ahí, claro.
-Jaja, ¡obvio que me parece! Bueno, me llama mi vieja, te escribo en un ratito.
-Dale.
-Lindo -agregó finalmente.

Durante el partido nos enviamos mensajes con Helena, y arreglamos vernos directamente en mi casa (sin ir a ningún bar previamente), porque le quedaba más cerca que irme a buscar al trabajo. Más hacia la madrugada, volvió a mandarme algunas fotos como la que me pasó vestida sólo con la camiseta de Argentina. No sólo era hermosa, también era sexy y, sobre todo, mostraba mucho interés en que nos viéramos.
Me pregunto por qué a Ástrid le cuesta tanto decirme alguna palabra cariñosa. No necesito nada extravagante, con algo básico estaría feliz. Además, me gustaría que lo hiciera espontáneamente, y no porque yo la condujera a decirme algo lindo.

¿Por qué Ástrid no puede hablarme con las mismas ganas que Helena?



PARTE 16 https://www.tomasbitocchi.com/2016/06/astrid-parte-16.html

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