Prende la luz, suena el teléfono.
Dicen que murió, pero que no sufrió. Me alegro un poco. Me visto fúnebre, ya ni recuerdo su cara.
El cajón está cerrado, la madre muerta, la viuda en llanto. Sopla el viento, qué trillado.
Termina la ceremonia, me cuesta irme, observo un rato. Abro la tapa, el tipo parece un retrato.
Vuelvo caminando, me siento en el banco de una plaza. Los árboles son muy jóvenes, un nubarrón fulmina el cielo. Llueve mucho, y no encuentro el cenicero.
Empiezo a llorar, y ya no tengo dedos. A partir de ahora, empieza mi derrotero.
Sopla el viento, qué trillado.
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